Abstract
Históricamente los eventos naturales o provocados por el hombre siempre han generado escenarios con impacto negativo, dependiendo de la visión que el historiador le encuentre. En la mayoría de los casos, el común denominador en las epidemias ha sido una alta tasa de mortalidad, además de secuelas socio-económicas, políticas y sanitarias, que, a pesar de excelentes estrategias de mitigación, reconstrucción, entre otras, han pasado décadas, sin lograr una completa recuperación. La pandemia por SARS-CoV-2 hace un año afecta a centenares de países en el mundo, con 2.5 millones de muertes actualmente. Los sistemas sanitarios complejos como ser: España, Francia Italia, Inglaterra, Estados Unidos tuvieron momentos difíciles por el colapso en los hospitales, debido al gran porcentaje de hospitalizaciones por COVID-19, en estadíos moderados a severos. Al no contar con una terapia específica antiviral que demostrara su efectividad ante el nuevo coronavirus, se tuvieron que probar múltiples fármacos que actúan en diferentes niveles de la fisiopatología del Síndrome de Distrés Respiratorio del Adulto (SARS), con el objeto de disminuir las complicaciones por daño endotelial, respiratorio, cardíaco, entre otros.This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
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